"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Entrevista
Daniel Domínguez, asesor de Movilidad Inclusiva del CERMI
“La movilidad queda para aquellos que no tienen discapacidad, con lo cual, hemos fracasado”
29/04/2022
B.A.
El nuevo Anteproyecto de Ley de Movilidad Sostenible recoge un concepto amplio de ‘movilidad’ en el que la discapacidad está incluida, sin embargo, para lograr que de verdad se cumpla la idea plasmada, será necesario desarrollar la normativa con una visión social y de inclusión que en la actualidad no existe. Las personas con discapacidad se enfrentan a múltiples barreras a diario, y no solo físicas, que impiden una verdadera movilidad, un derecho a desplazarse cómo y dónde quieran de forma autónoma. La esperanza en la nueva ley pasa por contemplar el acceso universal en todas sus vertientes y en cada medio de transporte, infraestructura, enlace o entorno.
Es un concepto centrado en la palabra movilidad y su argumentación proviene del nuevo Anteproyecto de Ley de Movilidad Sostenible y de las directrices europeas. No me gusta hablar de movilidad inclusiva, porque la movilidad debe centrarse en la persona, o sea una persona quiere desplazarse, moverse, ampliar su espectro social y, para eso, necesita utilizar diferentes medios de transporte. Utilizamos el término movilidad inclusiva porque tenemos que hacer una tarea de reivindicación, ¡faltaría más que la movilidad no fuese inclusiva!
La accesibilidad hace referencia a elementos estructurales del transporte: el tren, el avión, el barco, o sea la infraestructura; la movilidad es lo esencial, es la persona, ‘yo me quiero mover’. Y esa persona puede ser alta, baja, ciega, en silla de ruedas... da igual, pero para esa persona con discapacidad o mayor, esa movilidad tiene que ser universal, y para que ocurra, el medio de transporte tiene que ser accesible. La movilidad debe ser eso, la posibilidad desplazarse sin tener en cuenta la condición física, intelectual, o sensorial.
La realidad actual, ¿es cercana a ese ideal o queda mucho para lograr la movilidad de la que habla?
La realidad es muy distinta. Si vas a un aeropuerto, allí una persona mayor o con discapacidad intelectual se queda en la puerta, no avanza. Se ha roto la cadena de movilidad porque a nivel cognitivo tengo una barrera importante. Por eso hablamos de inclusivo, porque los medios de transporte no son accesibles, pese a la existencia de normativa que exige esa accesibilidad. Hay mucho trabajo por hacer, el concepto de movilidad es nuevo y amplio, y toca muchos palos.
¿Cuáles serían los temas prioritarios que tiene entre manos como asesor de movilidad del CERMI?
Conseguir que esa movilidad se plasme en realidad. Es un objetivo súper ambicioso, porque contamos con unas infraestructuras de transporte público que tienen todavía muchas carencias; es cierto que en las principales ciudades tienes autobuses accesibles y metros cada día más accesibles, pero eso atiende a las barreras físicas, pero hay mucho trabajo que hacer en barreras cognitivas.
Con la normativa actual existente y el nuevo anteproyecto de ley tenemos que conseguir que las personas con discapacidad logren ese objetivo de movilidad, ya sea cuando deciden ir a la playa o a un museo... La movilidad es ‘yo me quiero mover’.
¿Cuáles son los principales obstáculos en una mirada global a nuestro país?
¿Qué diferencias de movilidad podemos encontrar entre una ciudad y el ámbito rural?
El concepto de movilidad es muy amplio, porque es la capacidad de desplazarme donde quiera de forma autónoma. La movilidad en una ciudad es bastante compleja, aunque se han dado pasos importantes en autobús y metro, pero no está adaptado todo el acceso ni siquiera para discapacidad física, y desde luego tampoco a la intelectual. El mundo rural tiene la gran desventaja de la dispersión geográfica, pero tienen la gran ventaja de que hay apoyo vecinal, aunque el derecho a esa movilidad no debe dejarse a la parte de voluntarismo.
¿Estamos en el buen camino o queda también mucho que hacer para lograr que todo el mundo, empresas, administraciones y sociedad, crean firmemente en el derecho a esa movilidad?
Ese es un aspecto muy importante, hay que incidir en la cultura de la sociedad, porque nosotros tenemos el mismo derecho que los demás a desplazarnos para trabajar o para tomarnos un café, y si la rampa del autobús se rompe no es mi responsabilidad, no es mi culpa. Además, necesitamos profesionales de los transportes, que no siempre saben atender a las personas con discapacidad, más conocimiento en general y concienciación.
El sistema cultural cambia de base si trabajas en el terreno, en la propia tierra de cultivo, o sea los colegios, la educación básica, y está muy bien que a los niños les enseñes la palabra respeto, pero luego resulta que dos niños diferentes no pueden convivir, uno en silla de ruedas y otro no. ¿Tenemos que seguir castigando al diferente? El sistema fracasa cuando no eres capaz de permitir que dos personas diferentes sepan convivir y respetarse. La movilidad incide en la educación, en la cultura, en el espacio, agrupa todo, pero es muy visual y eso es bueno porque permite demostrar a todo el mundo si hay o no movilidad.
Cuando se habla de sostenibilidad, de tecnología, se insiste en la necesidad de ese enfoque social, ¿la movilidad está incluida y reconocida también en esas luchas actuales por lo social?
La movilidad queda para aquellos que no tienen discapacidad, con lo cual hemos fracasado. La movilidad es perfectamente compatible con la sostenibilidad, es más, lo que sirve para una persona con discapacidad, sirve para todo el mundo, y no tiene que haber ningún perjuicio para el medio ambiente porque la movilidad tiene que ser sostenible, a nivel tecnológico, de medio ambiente, pero, sobre todo, social. Entiendo que ahora mismo, tal como está configurado no podemos hablar de movilidad sostenible.
¿Existe, al menos, la voluntad política para lograr esa movilidad?
Intención tenemos, no sé si solo para hacernos una foto, pero han demostrado alguna intención en el anteproyecto de ley, si bien es cierto que lo recogen de las directrices europeas. Una vez que se apruebe y se desarrolle la ley, veremos los medios que se ponen, y el CERMI tiene que participar en ese desarrollo normativo, proponiendo lo más adecuado para garantizar la movilidad inclusiva. Ahí se va a ver si realmente era una intención solo o un compromiso, porque la ley viene de una directiva europea y el Gobierno está obligado a aprobarla, pero hay que ver luego el desarrollo, porque al final, como todo lo que nos ha pasado en la discapacidad, la inversión choca frontalmente y no queremos que sea la discapacidad la que negocie para que se cumpla esa normativa.
Además, en España, donde la principal industria es el turismo, el potencial que implicaría una auténtica movilidad inclusiva es importante y la cantidad de empleo que se genera, porque somos un mercado que genera muchos puestos de trabajo... Tenemos que seguir luchando y cambiar esa mentalidad de que la accesibilidad es un lastre.
